Del ARCHIVO DE UN DETECTIVE
Por SILVESTRE FERNÁNDEZ JR.
En la historia hay criminales que
matan nada más por matar. De aquellos
que hunden un puñal en el vientre, machacan una cabeza a macanazos o disparan
toda la carga de su pistola, para sentir correr sobre sus manos homicidas la
sangre caliente y olorosa de sus víctimas.
Isaac Mendicoa Juárez, comúnmente conocido en el hampa
con el sobrenombre de “El Tigre del Pedregal” era uno de ellos. Hablando con verdad, diré que fue el asesino
más sanguinario y cruel de los últimos tiempos.
Esta clase de hampones siempre buscan la asociación
delictuosa de otros sujetos de su misma calaña que, además, sepan obedecer y no
tengan el deseo de preponderancia.
Mendicoa Juárez se había asociado con Maximino Ramírez,
Dionisio Bolaños, Antonio Arenas y sus primos José Isabel y José Carmen Juárez,
y fueron muchos los crímenes que cometió.
Sus hazañas datan desde antes de 1920. Muchos homicidios
y asaltos –cuya lista sería larga de enumerar- fueron llevados a cabo por la
pandilla que capitaneaba. Entre los
principales de aquella época se cuentan el del señor Darío López, contratista
de la piedra que se utilizaba en la construcción de la Calzada México-Tlalpan. En aquella ocasión tuvo una participación
importante Maximino Ramírez, quien se ocupó como fogonero de una de las
aplanadoras que se empleaban en esas labores, para poder dar el “golpe” con más
probabilidades de éxito.
Posteriormente la banda de “El Tigre del Pedregal”
consumó un asalto a la tienda “La Más Barata”, en el que participaron cerca de
dieciocho individuos, todos ellos del pueblo de Santa Úrsula, lugar en donde
vivió casi toda su vida el temible criminal.
Asaltó también al despachador de los tranvías que estaba
en Huipulco, robándole dinero y algunos objetos.
La mayor parte de los hampones fue aprehendida por las
autoridades policíacas a raíz de estos escandalosos asuntos. Pero “El Tigre” se volvió como se dice
vulgarmente “ojo de hormiga”. Mucho se
batalló para aprehenderlo y, por fin, cayó en manos de la policía, con la
circunstancia de que su captura se dificultó por el hecho de que éste, en lugar
de esconderse para sustraerse a la acción de la justicia, obtuvo una plaza de
velador de la Secretaría de Comunicaciones, con el nombre de Isabel Juárez y
“cuidaba” la herramienta en la calzada nueva de San Ángel, que se estaba
construyendo.
Mendicoa no tuvo más remedio que confesar sus
crímenes. Fue juzgado y
sentenciado. Se le pasó a la
Penitenciaría del Distrito y allí estuvo preso nueve años, durante los cuales
observó tan buena conducta, que se llegó a creer en su regeneración, y fue
indultado.
Otro aspecto de la vida de “El Tigre del Pedregal”.era
el de “tenorio”. No de mal físico,
ejercía cierta atracción sobre las mujeres de su clase.
Cuando estuvo en la Penitenciaría le hizo el amor a una
de las costureras que allí prestaban sus servicios: Victoria Morales. Esta correspondió a sus galanteos y, cuando
salió de cumplir su condena, decidieron vivir juntos.
Esto no lo supo la policía
sino hasta después.
Al abandonar la Penitenciaría, Mendicoa Juárez salió
para Iguala, Guerrero, con el objeto de acercarse al coronel Juan García Rosas,
ex Jefe de la Policía Judicial, que en esa época –fines de 1932- fungía como
Jefe del Estado Mayor de la Jefatura de Operaciones en aquella entidad, para
pedirle trabajo.
En realidad, “El Tigre del Pedregal” no se pertenecía a
él. Se pertenecía al crimen. No obstante que se le creía ya regenerado, y
que había externado ideas de dedicarse a
una vida honrada y de trabajo, se sobrepusieron sus instintos de fiera. En aquella población cometió un nuevo crimen,
sin que ningún móvil preciso lo impulsara.
Regresó a México y el 6 de julio de 1933 agregó a su
larga cadena de asesinatos, uno más.
Un comerciante ambulante llamado Elías Rachid, fue
acribillado a puñaladas por “El Tigre” y sus secuaces, a pocos pasos de la
Hacienda de San Juan de Dios, cercana a Huipulco.
Por fortuna, un muchacho de corta edad fue testigo del
crimen y pudo identificar a los asesinos.
En este crimen participaron además de Mendicoa, su hermano Pedro López
Juárez “El Perro” y un desconocido.
Cuando se supo quienes habían tomado parte en este
indignante homicidio, el entonces Comandante de Agentes, José Guadalupe Corona
me comisionó para buscar al criminal.
Aquí principió para mi uno de los trabajos más “bonitos”
que he tenido en mi carrera. “Hay que
buscar a la mujer”, me dije, y a fe que por Victoria Morales y su familia se
pudo localizar al torvo asesino.
Supimos que esta mujer vivía en Cananea número 33, interior 3. Establecimos
una constante vigilancia en la casa, y nada se sabía. A los pocos días llegó a nuestro conocimiento
que la madre de la amante del criminal tenía un “puesto” de legumbres en el
zaguán de la casa número 7 de las calles de Corregidora.
Aquí puse una nueva vigilancia. Uno de los agentes se
disfrazó convenientemente y la hizo de borracho. La mayor parte del día estaba tirado en la
banqueta o a las puertas de una pulquería cercana, ojo avisor.
Pasaba el tiempo y nada se sabía. Otras pistas fueron seguidas. Pero “El Tigre” no daba señales de vida.
Por fin supimos algo.
El criminal se hallaba en San Juanico, un pueblito que pertenece a la
delegación de Ixtapalapa. Inmediatamente
salimos para allá. Un guía conocedor del
terreno fue proporcionado por el Delegado del lugar y el 23 de julio logramos
la detención de Mendicoa.
El guía nos condujo entre milpas y al llegar a una barda
de adobe nos indicó que probablemente estaría allí. Nos asomamos y vimos que una concurrencia como
de cuarenta individuos lo acompañaban, él resaltaba de los demás por su
estatura. Todos estaban en un
“toreadero” o establecimiento clandestino para la venta de pulque. Desde lo alto de la barda, localicé al tipo
que tanto nos había hecho trabajar. Tenía
en la mano un grueso vaso de pulque y platicaba descuidadamente con un
individuo.
Pistola en mano saltamos la barda y nos dirigimos a
donde se encontraba y llegamos por sorpresa al sitio en donde se hallaba “El Tigre”. Con mi reglamentaria amartillada me le
acerqué sin darle tiempo para que hiciera cualquier resistencia se la puse en
el vientre.
“-¿Qué me queren?”, me dijo: “Soy un probe hombre que no
le debo nada a nadien”. Discerniendo que
trataría de lanzarme a la cara el contenido del vaso de pulque, se lo rompí en
el acto. Para entonces mis muchachos ya
lo habían rodeado. El criminal no se nos
podía fugar, sin embargo el criminal al verse acorralado, con el vaso que
llevaba en la mano que no había soltado, hirió a uno de mis muchachos. Pero eso ya no tenía importancia. Ya teníamos en nuestro poder al sanguinario
tipo.
Lo llevamos con toda clase de precauciones a la Jefatura
de Policía. Allí confesó todo. Además se ofreció para entregarnos el
producto de las hazañas que había consumado. Le creímos.
Fuimos con él a Santa María Aztahuacán; pero allí nos
confesó que se había burlado, que el botín que guardaba, lo tenía en
Tlalpizahua.
Nos dirigimos hacia allá, en un automóvil de la
Jefatura, los agentes Sebastián Gutiérrez, Alejandro Flores Mata, que iba
manejando el carro, y yo. Al llegar al
kilómetro 16 de la carretera de Puebla, se nos ponchó una llanta. Flores Mata y
yo nos bajamos a componer el desperfecto.
En el asiento trasero quedaron Mendicoa y Gutiérrez, con su mano cortada
con el vaso de vidrio roto que empuñaba “El Tigre” cuando lo aprehendimos.
Ya estaba avanzada la noche. De pronto Gutiérrez nos gritó. Mendicoa lo había aventado y saltado del auto
y huía a campo traviesa. Lo seguimos
unos pasos, intimándolo para que se detuviera y se entregara. No hizo caso.
Afortunadamente la luna iluminaba la obscuridad de la noche. No hizo caso y le disparamos, una bala le dio
en un brazo, pero continuó su desenfrenada carrera, era un hombre fuerte y
corpulento, pero no resistió otros dos disparos que hicieron blanco en su
persona, uno le penetró en un glúteo y el definitivo se le alojó en la
cabeza. Murió casi en el acto.
A Mendicoa a quien también se le conocía en el mundo del
hampa como”El Polainas” y “El Patillas” era vanidoso hasta el extremo y se
enorgullecía de los actos delincuentes que cometió.
En cierta ocasión se le propuso un contrato para que
filmara, como personaje principal “El Tigre de Yautepec”. No quiso aceptar, no obstante que se le daba
buen dinero. Si hacen “El Tigre del
Pedregal” le dijo a quien le propuso el asunto, “les trabajaré hasta de
balde” Tal vez consideraba muy
edificantes sus hazañas.
Este es uno de los asuntos más brillantes que ha
trabajado el Primer Comandante de Agentes de la Jefatura de Policía, señor
Silvestre Fernández Cervantes.
Cooperaron con él, en la aprehensión de “El Tigre del Pedregal”, los
siguientes agentes: 47 Juan Andrés Cenoz Katthain, 113 Nicolás Sosa Manly, 129 Ángel García Fabela, 146 Luis del Prado
Encinas, 164 Eduardo del Prado Romay, 167 Pedro González Barrio, 198 Josué
González Perales e 211 Ignacio González Reynoso.
Todos ellos merecieron los elogios de sus jefes y
compañeros, por la brillante labor que llevaron a cabo.
FUE
MUERTO EL TIGRE DEL PEDREGAL.
QUISO
FUGARSE Y CAYÓ AL HACERLE VARIOS DISPAROS.
Isaac Mendicoa Juárez Tenía
una Negra Historia de Criminal Empedernido.
HACE
DIAS MATÓ A UN ÁRABE PARA ROBARLO.
También dio Muerte a una agraciada Muchacha a Quien
Llamaban la Virgen del Pedregal y a la que él enamoraba.
Isaac Mendicoa Juárez “El Tigre del Pedregal”, autor de
innumerables asaltos y asesinatos, pues contaba en su haber con más de catorce
crímenes, entre otros el de la “Virgencita del Pedregal” y el del sirio Elías
Rachid Elías, fue muerto a
balazos por
varios agentes de la Seguridad Pública, cuando trató de escapar en un punto
ubicado delante de Los Reyes, Estado de México.
El feroz asesino había caído varias veces en poder de la
policía. Estuvo preso multitud de
ocasiones, y no hace mucho tiempo, estando procesado por el cruel asesinato de
la “Virgencita del Pedregal”, consiguió escapar y permaneció prófugo algún
tiempo, cometiendo, entretanto, su
última fechoría, la de dar muerte, de cuatro puñaladas, al sirio Rachid Elías,
para robarle su cargamento de telas. Esto sucedió el pasado día cuatro, cerca
de Huipulco.
La muerte del “Tigre” aconteció en jurisdicción del
Estado de México, a donde había sido llevado por indicaciones del mismo
malhechor, quien estaba dispuesto a entregar el botín robado al árabe, con tal
de obtener clemencia.
El cadáver del malhechor fue recogido por las
autoridades de Los Reyes y llevado a Texcoco, donde actualmente se encuentra,
pues las autoridades de ese lugar se avocaron al conocimiento de estos hechos.
En las cercanías de la Hacienda de San Juan de Dios fue
asaltado, el día 4 del presente mes, durante la madrugada, el sirio Elías
Nachid Elías, para despojarlo de toda su mercancía.
ACTIVOS
TRABAJOS DE LOS AGENTES RESERVADOS.
La policía trabajó activamente y logró averiguar que los
responsables del atraco y asesinato habían sido malhechores encabezados por “El
Tigre del Pedregal”, Isaac Mendicoa Juárez, y su medio hermano Pedro López ”El
Perro Prieto” quien fue aprehendido el mismo día. Desde entonces se encontraba preso en la
cárcel de Coyoacán.
El día 14 del presente mes, el Jefe de Seguridad
Pública, mayor José Viera Fernández, entregó la orden número 2,960 al Jefe de
Grupo Silvestre Fernández Cervantes, para que con sus agentes 12 Alejandro
Flores Mata y el
auxiliar 3291 Sebastián Gutiérrez Covarrubias, procedieran a investigar el crimen cometido en
la persona del árabe.
Se procedió desde luego a la búsqueda de “El Tigre del
Pedregal”, y los agentes le siguieron la pista en San Antonio Coapa, Santa Úrsula,
Huipulco, Tláhuac, Zapotlán y otras poblaciones, todas ellas del Distrito
Federal.
Hace cinco días fue visto en Santa María Aztahuacán, y
la vigilancia se hizo más efectiva en este lugar, y el domingo se supo que el
bandolero andaba de paseo en San Juanico, población ubicada entre Ixtapalapa e
Ixtacalco.
A las 8 horas fue perfectamente localizado Mendicoa, en
un corralón en donde se había establecido un “toreadero”, o sea venta
clandestina de pulque, y allí fue aprehendido.
“El Tigre” al verse rodeado por los agentes trató de
sacar una pistola calibre 44 que llevaba al cinto junto a una canana con
sesenta cartuchos, pero no tuvo tiempo de hacer uso del arma, porque el Jefe de
Grupo Silvestre Fernández, apuntando con la suya a la cabeza del bandido, le
dijo: -Si haces el menor movimiento, si mueves siquiera un dedo, hacemos
fuego...- y el malhechor vio que tres pistolas lo amenazaban por todos lados.
Comprendió Mendicoa que toda resistencia era inútil y
optó por permanecer quieto, siendo desarmado y llevado, con toda clase de
cuidados, a la Delegación de Ixtapalapa.
El feroz bandido confesó sus crímenes y dijo que había
tomado participación en el asalto y
muerte del sirio Elías Rachid Elías, y en cada respuesta al interrogatorio
lanzaba soeces injurias y graves amenazas a sus captores, diciéndoles que no
perdía las esperanzas de escapar para matarlos a todos, uno por uno, y aplazó
esta amenaza para fecha no lejana, diciéndoles que los iba a esperar en el
Ajusco, donde tenía su cuartel general.
Probablemente se puso a reflexionar el bandolero que su
situación era bastante delicada y optó por cambiar su línea de conducta;
manifestó que estaba dispuesto a entregar cuanto tenía del botín que le tocó en
el asalto al árabe para que se tomara en cuenta y su pena fuera más benigna.
Por lo pronto hizo entrega, en un lugar cercano a
Ixtapalapa, de una pieza de manta blanca, otra incompleta de tela “Cabeza de
Indio” de color anaranjado; un chal grueso de lana, un “tápalo” corriente,
negro; un corte de pantalón de dril y catorce pedazos de percal.
CÓMO
FUE MUERTO EL TERROR DEL AJUSCO.
Ya en el terreno de las confidencias, Mendicoa Juárez
manifestó que tenía más objetos de los robados al “turco” y estaba dispuesto a
devolverlos, siempre que se garantizara que se tomara en cuenta su espontánea
devolución, a fin de que la sentencia no fuera muy severa.
En un automóvil de la Jefatura fue embarcado “El Tigre”,
llevando como custodio al Jefe de Grupo Fernández y al auxiliar Gutiérrez
Covarrubias y manejando el coche el agente Flores Mata. Todos se dirigieron rumbo a Santa María
Aztahuacán, donde dijo Mendicoa que tenía los objetos robados.
“Ayer, a las dos de la madrugada, llegó el auto a
orillas de la citada población, en un lugar donde el camino forma una “Y”, y
allí dijo “El Tigre” que había mentido, que la verdad de las cosas era que el
resto del botín lo tenía en Tlalpizahuac.
El automóvil tuvo que retroceder gran parte del camino
para tomar el de la carretera de Puebla, y al llegar a una curva que se encuentra
un poco antes de la población de Los Reyes, se ponchó la llanta trasera
izquierda.
Bajaron a reponer la avería el agente Flores Mata y su
jefe Fernández, y se pusieron a reparar el desperfecto, desmontando la llanta,
por lo que fue necesario que bajaran al preso y a su custodio, los que,
platicando, se paseaban junto al coche.
De pronto, el agente Gonzáles Covarrubias se puso a dar
de gritos, diciendo que se escapaba “El Tigre” y él no podía detenerlo, porque
tiene la mano derecha lastimada y vendada. Inmediatamente los tres agentes
corrieron tras el fugitivo a campo traviesa, intimándole para que se detuviera.
Le dispararon tres o cuatro balazos al aire para
amedrentarlo, pero Mendicoa en lugar de detenerse, aceleraba su velocidad, por
lo que los policías no tuvieron mas remedio que tirarle, pues de lo contrario debido
a la obscuridad de la noche hubiera
podido escapárseles. Recibió tres impactos, el primero en un brazo, pero
continuó su carrera, y después otros dos más, uno en una nalga y otro en la
cabeza.
Al ser alcanzado por las balas el prófugo se detuvo y
cayó hacia delante. Cuando llegaron los
agentes ya lo encontraron muerto.
Dejaron el cadáver en el mismo sitio donde cayó, y
después de reparar el desperfecto del auto los agentes dieron aviso a la
Delegación de Ixtapalapa de lo ocurrido y se dirigieron a la Jefatura de
Policía, donde rindieron un informe a sus superiores, y en presencia del Jefe
de la Seguridad Pública se levantó un acta, en la que constaron las
declaraciones de los tres agentes.
El acta y los agentes fueron presentados al Procurador
de Justicia del Distrito Federal, quien ordenó que el asunto se consignara a
Ixtapalapa, en donde se levantó otra acta minuciosa.
Cuando el personal de la delegación del Ministerio
Público en Ixtapalapa se trasladó al
lugar donde fue muerto Mendicoa para recoger el cadáver, las autoridades de Los
Reyes, ya lo habían hecho. Enviaron el
cadáver a Texcoco donde se encuentra.
Es muy probable que las autoridades del Estado de México
sean las que se avoquen el conocimiento de este asunto, por haber pasado los
hechos en su jurisdicción.
(EXCELSIOR.
México,
D.F., martes
25 de julio
de 1933)
EL
FEROZ TIGRE DEL PEDREGAL
EL DESPIADADO ASESINO IBA A SER ESTRELLA DE CINE
Corría el año de 1933 y la ciudad de México aún parecía
un pueblo grande con sus haciendas y ranchos aledaños incrustados todos casi en
la misma metrópoli.
En el sur de la capital existían varias haciendas y
ejidos que empezaban desde el principio del Río de la Piedad hasta Xochimilco,
Tlalpan, Coyoacán, Milpa Alta y el Pedregal.
La gente andaba a caballo como cosa muy natural y entre
los vaqueros y ejidatarios de las haciendas, se armaban grandes escándalos al
calor del pulque en que salían a relucir con frecuencia las pistolas y los
machetes.
Por el rumbo del Pedregal, cerca de la Hacienda de San
Juan de Dios, un hombre alto, de ojos claros con gran bigote, mantenía una era
de terror y crímenes que parecía interminable, ya que la policía no lograba
detenerlo a pesar de los esfuerzos que hacía; este sujeto fue tan popular que
se pensó llevar su vida a la pantalla y era nada menos que Isaac Mendicoa, “El
Tigre del Pedregal”.
El día 15 de mayo de 1933 el abonero árabe Elías Rachid
Elías había estado cobrando los abonos a todos los vaqueros y campesinos a los
que les vendía vestidos y sombreros con módicos plazos, cuando pasó por la
pulquería “Las Glorias de Zapata” en el camino a la hacienda de San Juan de
Dios, donde se encontraba “El Tigre del Pedregal”, bebiendo pulque en compañía
de su primo Pedro Delgado Juárez, cuando vieron al árabe Elías entrar a la
pulquería para hacer una necesidad fisiológica y se empezaron a burlar de él y
de su manera de hablar.
El abonero sabiendo como se las gastaba “El Tigre” no
hizo caso de sus ironías y muy tranquilo salió de la pulquería para continuar
con sus cobros.
Los ojos claros de “El Tigre” brillaron al decirle a su
primo: “Vamos a echarnos a este abonero y nos hacemos de todo lo que traiga,
así que tú, Pedro, síguelo a caballo, desde lejecitos y no lo pierdas de
vista. Yo te alcanzo al rato para que le
demos su agüita”.
Y en efecto a los pocos minutos”El Tigre” montado a
caballo para darle alcance a su primo, quien tenía vigilado a Elías “El
abonero” a una respetable distancia, pues se encontraba en un jacal de un
campesino entregando su mercancía.
No bien había caminado unos metros Elías cuando se le
emparejaron “El Tigre” y su primo Pedro y con los caballos le taparon el paso,
desmontándose al instante y poniéndole un machete en el estómago lo condujeron
al interior de una milpa, donde sin compasión lo asesinaron a varios machetazos
robándole como setecientos pesos y varios vestidos de percal que traía para
venderlos.
Este crimen colmó la paciencia de las autoridades
quienes destacaron a varios investigadores para que persiguieran al Tigre del
Pedregal y a su primo Pedro para contener su larga serie de asesinatos.
El Jefe de Investigaciones Previas Mayor José Vieira
Fernández destacó al hábil investigador Silvestre Fernández para que capturara
al Tigre vivo o muerto.
Sin embargo Isaac Mendicoa “El Tigre del Pedregal” se
volvió ojo de hormiga y fue hasta el 24 de julio de este mismo año de 1933,
cuando los periódicos de la ciudad de México daban a conocer con grandes
titulares la muerte de este popular bandido en la vecina población de Texcoco,
donde en un llano denominado Puente Cuato, apareció su cadáver acribillado a
balazos, sin que se pusiera en claro las circunstancias en que murió, aunque se
dio como seguro que fue a manos del jefe de la policía de Texcoco José de los
Reyes Espinosa.
En esta forma terminó la carrera criminal de un
pintoresco asesino quien iba a ser, quien lo creyera, protagonista principal de
una película de aventuras en el entonces naciente cine nacional.
(Escribió Joaquín
Menéndez)
AQUÍ
EMPIEZA LA HISTORIA NEGRA
Y
CRUEL DEL “TIGRE DEL PEDREGAL” Y
La fecha exacta se pierde en la noche del tiempo, ese
tupido velo que hora tras hora, día tras día, con el correr de los meses y los
años hace nebulosa nuestra memoria.
Para los hechos, tal y como ocurrieron quedaron grabados
en mi mente con caracteres indelebles, quizá por el sabor, amargo, sabor dramático que tuvieron; hechos
salpicados de sangre, el peligro tremendo que suponía llevar a cabo una empresa
así, lo difícil coronarla con el éxito; en fin piénsese que en aquellos años
con sólo escuchar el mote que se le adjudicó, por cierto muy bien ganado “El
Tigre del Pedregal”. Antes, el lector lo
recordará, existió “El Tigre de Santa Julia”.
Bueno, en realidad en nuestro México desgraciadamente este tipo de fauna
ha proliferado mucho. Veamos hasta donde
yo recuerdo cuántos “Tigres” hemos tenido.
“El Tigre de Tacubaya”, aquel general conservador que llevó a cabo la
cruel, la sanguinaria hazaña de fusilar a gente inocente en Tacubaya, antes
había fusilado niños en Tizayuca. Otro
personaje tristemente célebre, lo fue “El Tigre de Yahualica” en el Estado de
Hidalgo.
Aún en mi tierra, tuvimos hace muchos años a un
sanguinario personaje de quien como dijera “El Manco de Lepanto”, “de cuyo
nombre no quiero acordarme” a quien se le conocía como “El Tigre de la
Sierra”. Yo lo conocí y no pocas
ocasiones lo vi con las ropas tintas en sangre que ya reseca daban la impresión
de estar almidonadas, por lo tiesas y crujientes.
También conocí a otro personaje cuyo nombre no
mencionaré, a quien se le llamaba “El Tigre del Precipicio”. Aún se me enchina el cuerpo al recordar cómo
lo conocí.
Fui comisionado a recoger doce reos. Esa noche me dijo “El Tigre del Precipicio”
. Mañana se los entrego mi Teniente, hoy
por la noche les daré una “regañada”. Al otro día me presenté a recoger a los
abigeos y salteadores más temibles de la región y sonriente me dijo:
“Con la regañada que les di, los pobrecitos no podrán
caminar, usted verá cómo se los lleva, allá están al fondo del corral”, y me
quedé paralizado de horror. Los doce
infelices estaban convertidos en arneros; por la noche habían sido masacrados
con ráfagas de ametralladoras y los doce cadáveres materialmente nadaban en un
mar de sangre. Luego me explicaba este
“Tigre” “Así regaño, yo, a estos jijos de la...¿Para qué perdemos el tiempo
conduciéndolos ante un juez, que, luego se vende y los deja libres? Así nunca se acaba esta plaga: ¡No hombre!,
son mejores las muelles que las leyes”, entiéndase que él se refería a las
muelles de las armas.
Pero dejémonos ya de “Tigres”
y entremos de lleno al relato.
Parece que fue en 1933, cuando era Presidente de la
República el sonorense general Abelardo L. Rodríguez.
Su nombre de pila fue Isaac Mendicoa Juárez, fue el
tristemente célebre “Tigre del Pedregal”, el más temible salteador y asesino de
esa época, escurridizo como anguila, hombre de leyenda negra y misteriosa. Se decía que diabólicamente poseía el don de
la ubicuidad, ya que tan presto robaba, asaltaba y mataba en Tlalpan, como lo
hacía casi al mismo tiempo en el camino a Cuernavaca o en Xochimilco o por el
rumbo de Contreras, y en no pocas ocasiones para burla de la nube de policías y
soldados que lo perseguían, lo hacía en la misma ciudad capital.
Este individuo, que físicamente era todo un tipazo, se
decía, y hubo mucho de verdad en ello que, era irresistible entre el bello
sexo. Fue así como por mucho tiempo
logró burlar a la justicia; sus incontables amantes, que las tenía por todos
los lugares donde actuaba, lo protegían como a su más preciado tesoro.
Isaac Mendicoa Juárez “El Tigre del Pedregal”, fue
producto de una aventura amorosa de un “Baisano Jalil” con una hermosa india de
Xochimilco; de ahí su apellido paterno: Mendicoa.
Este “Tigre del Pedregal” llegó a considerar a Tlalpan y
lugares aledaños como un feudo de su propiedad y cobraba protección a todos los
rancheros comprendidos dentro de su radio de acción, y llegó a ejercer por
medio del terror tanto dominio que nadie se atrevía a delatarlo, porque el que
lo hiciera firmaba su sentencia de muerte.
Así nadie sabía o no quería dar de él ni siquiera su
media filiación, menos dónde poder localizarlo.
Muchas veces policías y soldados se lo encontraron,
hablaron con él, le preguntaron por el temible “Tigre” y él con una serenidad y
sangre fría, les decía no conocerlo. El
en sí era un misterio impenetrable, un hombre fantasma. Pero en este mundo todo tiene un fin. Este asesino psicópata un día de tantos
asesinó en forma cruel, cobarde y ruin a un árabe que se internaba audazmente
por esos rumbos a vender en abonos “fáciles” sus percales, rebozos, cotones,
manta y demás baratijas.
Este crimen, que entre la colonia siriolibanesa causó
gran indignación, fue la gota que derramó el vaso.
(***fue hijo de un vasco)
ARTÍCULO DE FELIPÉ
HUERTA SOTO.
ISAAC
MENDICOA JUÁREZ
El individuo cuyo nombre encabeza estas líneas, fue
conocido con el alias de “El Tigre del Pedregal”, mote al que hizo honor. Nació en Santa Úrsula, poblado situado frente
a la Hacienda de Coapa. Su padre fue un
extranjero de nacionalidad española que trabajó en dicha hacienda, donde el
criminal de que me ocupo pasó casi toda su vida. Este delincuente desde joven dio a conocer
sus instintos sanguinarios e inclinación perversa, se ha llegado a saber de él
en forma positiva, de manera cierta, los varios asesinatos que cometió y muchos
otro actos punibles que nadie llegó a denunciar, probablemente temiendo
represalias por parte de él mismo o de los muchos individuos, sus amigos, que
le acompañaban.
El rumbo de Santa Úrsula, Huipulco y Tlalpan, fueron
entre otros sus campos de acción, y donde llevara a cabo infinidad de
latrocinios y muchos asaltos.
Los señores cronistas de la prensa de esta Capital,
encargados de la sección policíaca de las distintas publicaciones, lo
bautizaron con el alias de “El Tigre del Pedregal”; de ahí pues tal apodo, pero
este conocido delincuente, allá por el año de 1922, se le designó con el
sobrenombre de “El Polainas” y “El Patillas”.
Fue detenido por primera vez cuando desempeñaba el
trabajo de velador de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y
cuidaba de la herramienta que se utilizaba en la construcción de la Calzada
Nueva a San Ángel, que al igual que la carretera a Tlalpan, se construyeron en
la misma época.
Entre los homicidios que se le atribuyen se encuentra el
de su mujer, de nombre Rafaela, a la que sacrificó entre unas milpas. Un joven probablemente de esta capital, que
tuvo la poca fortuna de pasar por donde el estaba, fue despojado de la
bicicleta en la que viajara y le privó de la vida; asimismo asesinó a un
individuo de raza indígena, de la clase indigente, por robarle un huacal de
tunas; igualmente quitó la vida a dos vendedores, quitándoles asimismo sus
mercancías y los pocos centavos que llevaban consigo.
Estuvo recluido en la Penitenciaría por
espacio de ocho o nueve años. Durante
ese lapso de tiempo no se logró su regeneración. Recién salido, indultado, de dicho
establecimiento penal, perpetró a últimas fechas en Iguala, del Estado de
Guerrero, otro homicidio en la persona de un individuo de quien desconozco su
identidad; y más tarde, cerca de la hacienda denominada “San Juan de Dios”, por
Huipulco, mató a un siriolibanés
apellidado Rochid. Por estos dos últimos
homicidios se giró orden de captura, la que se llevó a cabo después de catorce
días con sus respectivas noches, tras de constante y empeñosa búsqueda, en el
pueblito denominado “San Juanico”, perteneciente a la Delegación de
Ixtapalapa.
Asaltos cometió también muchos por el mismo rumbo de
Huipulco; entre ellos, uno a la tienda denominada “La Más Barata”, de donde se
llevó bastantes mercancías y golpeó a su propietario el señor Pascual
Montejano; otro, al despachador de los trenes de la Compañía de Tranvías. Este asalto lo llevó a cabo en la caseta que
la compañía tiene en Huipulco. El
despachador sufrió el robo de la suma de
setenta pesos y su reloj. Este asalto
como el anterior, fueron de los muchos que cometiera en el año de 1922, pero el
último fue en el que resultara victimado el señor Darío López, contratista de
materiales que entrega la piedra para la construcción de la carretera a
Tlalpan. A este señor le robó “la raya” de los trabajadores y
algunos objetos que llevaba en su automóvil.
El principal cómplice de este criminal y malhechor fue,
en el asalto al señor López, Maximino Ramírez, fogonero de la aplanadora que se
encontraba en la carretera mencionada.
Tuvo otros cómplices, tales como estos:
Dionisio Bolaños, J. Isabel y J. Carmen, sus sobrinos, Antonio Arenas y
otros en cantidad de dieciocho, que lo acompañaban indistintamente a sus
correrías.
Esta es a grandes rasgos la historia delictuosa de uno
de los más tristemente célebres criminales.
Como este empedernido y peligroso criminal tenía la
habilidad de que en cuanto perpetraba sus fechorías, se movía con rapidez y se
alejaba a otros sitios distantes, eludiendo la acción de la policía, no había
sido posible detenerlo, porque además habían muchas personas que aunque no
simpatizaran con él, no proporcionaban ninguna información que ayudara a
detenerlo, porque le tenían un muy respetable temor que les hacía perder la
vista y el habla, por lo que preferían no ver, ni oír, porque sabían que pronto
andaría de nuevo por las calles y les podría hacer una visita de cortesía, en
la que seguramente perderían la vida.
Pero siempre hay una excepción, un muchacho, que fue
testigo del asesinato del vendedor siriolibanés, no tuvo empacho en declarar lo
que vio y le constó.
RESOLUCIÓN
DRÁSTICA.
En cuanto el Jefe de Grupo y sus agentes recibieron la
orden de aprehender a tan temido criminal, estuvieron de acuerdo que a partir
de ese momento no habría ni casa, ni familia, es decir, ni esposa, ni hijos, ni
madre, ni padre; ni alimentos en su hogar, ni lecho en donde descansar; ni
baño, ni rasurarse: Nada, de nada.
Ninguno volvió a vestir sus trajes de casimir, sólo
pantalones de mezclilla y chamarras del mismo material o de cuero. Se hace mención que por esos años treinta,
esta clase de ropa sólo la usaban los obreros y los ferrocarrileros, ninguna
otra persona las vestía como sucede en estos tiempos.
Cada uno a la parte que se le asignó. Es de llamar la atención lo bien que
representó su papel de borracho, tirado todo el tiempo en el suelo, al agente
que le tocó cubrir este papel en el reparto de actividades, en la céntrica
calle de Corregidora, a una cuadra del Palacio Nacional, lugar a donde iba a
vender su mercancía, la madre de la “mujer” del Tigre; y también, afuera de la
pulquería. Y que fue muy positivo para
la localización de tan temido y escurridizo asesino.
Pero al fin, todo tuvo su
recompensa, con la aprehensión del Tigre del Pedregal.
LA
REVISTA MANOS ARRIBA
Que fue una revista seria, que apareció por 1938, aparte
de publicar varios asuntos delictuosos investigados y esclarecidos por el Primer Comandante de Agentes de la
Jefatura de Policía, Silvestre Fernández Cervantes, sobre todos los más
exitosos casos, así como una experiencia muy dramática ocurrida durante la
época de la Revolución; encomendó al prestigiado dibujante A. Tirado, para que
en las páginas centrales ilustrara los hechos, que titulaba “Memorias de un
Agente Secreto de la Policía Mexicana, Por Silvestre Fernández, que demás de su
cara, estaba su firma autógrafa.
SU
CARTERA
Usaba Isaac Mendicoa una cartera de piel con grabados
aztecas. En su interior tenía la letra
de una de las canciones más populares de Joaquín Pardavé: “Varita de
Nardo”, además cartas escritas a mano que le enviaron sus
enamoradas, también estaba una carta que le escribió un hijo pequeño, y en otra
hoja varias anotaciones de algunos acontecimientos ocurridos durante su
reclusión, con sus respectivas fechas.
RECONOCIMIENTO
DE SUS SUPERIORES
Finalmente presentamos la Mención Honorífica que les fue
otorgada a todos los que intervinieron en la investigación y captura del
criminal:
A:
Silvestre Fernández Cervantes, Jefe del 3er. Grupo.
J. Andrés Cenoz Katthain, Agente #
47
Nicolás Sosa Manly, Agente # 113
Ängel García Fabela, Agente # 129
*Luis del Prado Encinas, Agente # 146
Eduardo del Prado Romay, Agente # 164
Pedro González Barrios, Agente # 167
Josué González Perales, Agente # 198, e
Ignacio González Reynoso, Agente # 201
*Este agente sobrevive aún en 2004. El caso fue en 1933.
EL
ARCHIVO DE SU CARTERA
Dentro de su cartera a la que ya aludimos en renglones
anteriores conservaba celosamente varias cartas y una especie de efemérides
personales, todos estos documentos estaban escritos a mano, con buena letra y
legibles, las hojas eran de un papel que ahora se nos parecerá fino, pero que
era el común y corriente del empleado en los cuadernos escolares de ese tiempo,
porque están muy bien conservados, y que reproducimos, respetando el orden y la
ortografía:
“México distrito federal de 1928
Señor
Isac
Mendicoa
Espero que al tomar esta en sus manos se encuentre bueno
como son mis deseos y al mismo tiempo me perdone Ud por el atrevimiento pero
desde el dia que lo conosi senti una pasión ardiende por su persona puede que
Ud se acuerde de mi cuando iba llo abelen a ver a mi marido y desde entonses
senti amor para Ud pero entonces no podía amarlo porque bibia pero ahora lla es
difunto lo mataron ase 2 meses y llo sin trabajo mi madre chica tambien ase 4
meses que se murio y me quede nadamas con mi ermana la mas grande y mi niño de
tres años desde el lunes pasado que lo bi queria yo atreverme pero me dio pena
que dira Ud que en lugar que usted hubiera ablado llo fui la sinverguenza pero
el amor es muy grande y no pude resistirlo espero que a nadie le enseñe esta
carta por vida de su mamacita ni lo cuente tambien le digo que si tiene su
mujer mandeme decir para desengañarme el lunes no boy a la penitensiaria a ver
a su amigo que era de mi marido porque me da mucho vergüenza con Ud que dira
que que ofrecida soy que sin ablarme le mande esta carta agame el fabor de
contestarme luego si tiene voluntad a la 5 del rosario 114 interior 43 Soledad
Rangel la que sin hablarle ya lo quiere.”
“ Enero 4 de 1932
Sr Isaac Mendicoa
Isaac, en este momento acabo de recibir tus dos cartas
una con fecha 30 o otra fecha 31 las que con todo gusto contesto,
Isaac de mi alma, me duele mucho ver que tú sigues con
la misma creencia de que yo te soy infiel.
Pero Dios es testigo que yo no estoy en los brazos de
otro como tu dices, quizá más tarde te combensas de que yo te sigo queriendo
como el primer dia en que te conosí.
Todo lo que pasa esque yo no tengo tiempo de venir aquí
en primera en segunda por otros motibos que tú ya bien sabes, y que si yo
vuelvo aquí me meten adentro otra ves, y sobre todo siento miedo y horror entrar
aquí aunque sea de visita.
Amor mio recibi tu telegrama el dia 28, pues el dia de
mi santo ni siquiera te acordastes de mi fue el 24, te acordastes hasta el dia
de los santos inocente ¿verdad?
Iaac el dia ultimo del año yo tambien me acordé mucho de
ti y le pedí mucho a Dios que te saque pronto de aquí.
Isaac tu me dices en tu carta, que yo no fui una mujer
cumplida con mi juramento, y yo te juro que lo he cumplido si no lo quieres
creer tu lo sabes, mi conciencia está tranquila y si tu voluntad es que te
mando tus retratos, te los mandaré con todo dolor de mi corazón.
Isaac mío, no te los quería mandar por no desahacerme de
ellos, por que te quiero, nunca podré olvidarte porque tu supiste hacerme feliz
tal vez no sea digna de ti, olvídame sin rencor, pues tu recuerdo ha quedado
grabado en mi algo. Siempre tuya
Delfina
México 19 de Junio de 1932
Sr. Isaac
Mendicoa.
Isaac, amor mío, bien comprendo que no tengo cara para
dirijirte la palabra, que quieres me dio mucho coraje la ultima carta que
todavía conservo en mi poder, donde me haces tantas amenazas, y por eso dejé de
escribirte, y luego lo que me dijeron, que tú tienes otra aquí adentro. Pues está bien Isaac tú ya no me quieres, que
le boy hacer á fuerza ni modo, pero acuerdate, que yo siempre te quise y te
quiero todabía y te he sido fiel hasta ahorita, no sé para adelante lo que sea
de mi, pero ahorita sigo con lo que te juré un día, pues yo pensaba venir el
domingo a verte es decir, hoy, pero no me atreví por temor a que tu nuevo amor
como me dijistes por telefono se baya a enojar con tigo y tengas dificultades
por mi.
Pues yo no tengo a nadie estoy sola en el Mundo y
creemelo que ya me esta canzando mi soledad, me hace falta el cariño de alguna
perzona, pero no encuentro ni yo puede querer, tú sí sé que heres dichoso que
luego que yo te dejé de venir encontrastes aquí con quien divagar y yo nadamas
trabajando para sostenerme con mis hijas pues sierto que su padre les dá pero
no todo lo que nesecitan pues él también ya tiene su mujer, pues hemos quedado
en conformidad que ni él se meterá con migo el día que yo encuentre un hombre y
ni yo con él, así es que estoy libre, libre enteramente, y sin embargo no lo
hago ¿porquë? no lo sé yo misma no sé que me detiene. Quisá la esperanza de tú salieras algun día,
y vinieras á mí, pero esa esperanza que tenia ya se acabó desde el día que me
dijistes por teléfono que tenías tu nuevo amor.
Isaac, ya no te
preocupa lunita, ¿verdad? Ya no me preguntastes,
para qué ¿verdad? Ya tienes mejor.
Isaac tus
retratos quiero entregártelos yo misma, contestame y dime, como ago para venir
a hoy en ocho en la mañana o sea el día 25 de este. siempre y que no tengas dificultades con tu
nuevo amor, no quiero que se baya a enselar.
Isaac si quieres
que te entrege tus retratos contestame y dime bien claro como ago para venir a
dejártelos, y tambien para despedirme de ti, pues quiza dentro de poco me boy
muy lejos
Delfina
4 1 12
Veras que flaca Estoy...
Penitensaria
Apreciable papá
me alegrare estete bueno pues
papá no a benido mi mamá porque me encuentro
muy malo de la tesferina ya
tengo un mes en
la cama no nos dejes a lo
largo escribenos
siquiera para saber de ti llono
te escribo
papá porque no te mortifiques
por que comprendo que sientas en estos lugares es cuanto tu Ijo. Pedro
Mendicoa.
Anotaciones de la propia mano del Tigre, que llevaba en
su cartera:
Marzo 8 de 1928
Falleció mi madre Grande el 8 de marzo y sepultada
El 9 del mismo
Marzo martes 28 de 1928
Recibí carta de Soledad Rangel
Pase de la Crujia “A” el 28
de febrero de 1928
Para la Crujia “C”
Mayo 11 de 1928
A las 5 y 10 minutos
Abril 16 de 1928 vicita Con
Sabado 29 de junio de 1928
Pase a la Crujia”G”
Miércoles 27 de junio de 1928
recibi mi copia
Septiembre 17 de 1928
función para Rivascacho
Febrero 8 de 1928 fue
encapillado José de León Toral
Zaculpa a Tenango Estado de
Toluca
Pasé de la Crujía “G” el día
10 de Enero para la “D”
Septiembre 14 de 1929
Fallecio el señor Jesús Juárez
Fui castigado el 26 de
Diciembre de 1930 por
una botella de Tequila
Enero 23 de 1931.
Salio en liberta Lupe Aguilera.
Junio 23 de 1931.
Sotomayor.
Julio viernes 3 de 1931.
Muerte de mi padre,*
Pedro Lopez,
*Este era esposo de su madre, su verdadero padre fue un inmigrante vasco.
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar