miércoles, 12 de noviembre de 2014

EL TIGRE DEL PEDREGAL Isaac Mendicoa

Del ARCHIVO DE UN DETECTIVE
     Por SILVESTRE FERNÁNDEZ JR.

En la historia hay criminales que matan nada más por matar.  De aquellos que hunden un puñal en el vientre, machacan una cabeza a macanazos o disparan toda la carga de su pistola, para sentir correr sobre sus manos homicidas la sangre caliente y olorosa de sus víctimas.

Isaac Mendicoa Juárez, comúnmente conocido en el hampa con el sobrenombre de “El Tigre del Pedregal” era uno de ellos.  Hablando con verdad, diré que fue el asesino más sanguinario y cruel de los últimos tiempos.

Una larga cadena de crímenes cometió y lo más sobresaliente fueron sus dieciséis asesinatos. A veces lo impulsaba el deseo de robar; pero las más de ellas, el deseo morboso de que antes he hablado.

Agredía a sus víctimas a traición o cuando sabía que estaban inermes.  Hay criminales que tienen la atenuante de matar frente a frente o a sabiendas de que está armada y puede repeler la agresión la víctima escogida.  “El Tigre del Pedregal” –desde este punto de vista- era alevoso y cobarde.

Este hampón nació en el pueblo de Santa Úrsula, frente a lo que fue la Hacienda de Coapa, poblado que está sobre la carretera a Tlalpan, a dieciséis kilómetros de esta capital.
Desde muy pequeño se revelaron en él los instintos sanguinarios: asesinó a varias personas sin motivo alguno que le justificara.  Como decimos antes, al ser aprehendido por última vez, y muerto, dieciséis eran las vidas que debía.


Isaac Mendicoa asesino


Esta clase de hampones siempre buscan la asociación delictuosa de otros sujetos de su misma calaña que, además, sepan obedecer y no tengan el deseo de preponderancia.

Mendicoa Juárez se había asociado con Maximino Ramírez, Dionisio Bolaños, Antonio Arenas y sus primos José Isabel y José Carmen Juárez, y fueron muchos los crímenes que cometió.

Sus hazañas datan desde antes de 1920. Muchos homicidios y asaltos –cuya lista sería larga de enumerar- fueron llevados a cabo por la pandilla que capitaneaba.  Entre los principales de aquella época se cuentan el del señor Darío López, contratista de la piedra que se utilizaba en la construcción de la Calzada México-Tlalpan.  En aquella ocasión tuvo una participación importante Maximino Ramírez, quien se ocupó como fogonero de una de las aplanadoras que se empleaban en esas labores, para poder dar el “golpe” con más probabilidades de éxito.


Posteriormente la banda de “El Tigre del Pedregal” consumó un asalto a la tienda “La Más Barata”, en el que participaron cerca de dieciocho individuos, todos ellos del pueblo de Santa Úrsula, lugar en donde vivió casi toda su vida el temible criminal.

Asaltó también al despachador de los tranvías que estaba en Huipulco, robándole dinero y algunos objetos.

La mayor parte de los hampones fue aprehendida por las autoridades policíacas a raíz de estos escandalosos asuntos.  Pero “El Tigre” se volvió como se dice vulgarmente “ojo de hormiga”.  Mucho se batalló para aprehenderlo y, por fin, cayó en manos de la policía, con la circunstancia de que su captura se dificultó por el hecho de que éste, en lugar de esconderse para sustraerse a la acción de la justicia, obtuvo una plaza de velador de la Secretaría de Comunicaciones, con el nombre de Isabel Juárez y “cuidaba” la herramienta en la calzada nueva de San Ángel, que se estaba construyendo.

Mendicoa no tuvo más remedio que confesar sus crímenes.  Fue juzgado y sentenciado.  Se le pasó a la Penitenciaría del Distrito y allí estuvo preso nueve años, durante los cuales observó tan buena conducta, que se llegó a creer en su regeneración, y fue indultado.

Otro aspecto de la vida de “El Tigre del Pedregal”.era el de “tenorio”.  No de mal físico, ejercía cierta atracción sobre las mujeres de su clase.

Cuando estuvo en la Penitenciaría le hizo el amor a una de las costureras que allí prestaban sus servicios: Victoria Morales.  Esta correspondió a sus galanteos y, cuando salió de cumplir su condena, decidieron vivir juntos.

Esto no lo supo la policía sino hasta después.

Al abandonar la Penitenciaría, Mendicoa Juárez salió para Iguala, Guerrero, con el objeto de acercarse al coronel Juan García Rosas, ex Jefe de la Policía Judicial, que en esa época –fines de 1932- fungía como Jefe del Estado Mayor de la Jefatura de Operaciones en aquella entidad, para pedirle trabajo.

En realidad, “El Tigre del Pedregal” no se pertenecía a él.  Se pertenecía al crimen.  No obstante que se le creía ya regenerado, y que había externado  ideas de dedicarse a una vida honrada y de trabajo, se sobrepusieron sus instintos de fiera.  En aquella población cometió un nuevo crimen, sin que ningún móvil preciso lo impulsara.

Regresó a México y el 6 de julio de 1933 agregó a su larga cadena de asesinatos, uno más.

Un comerciante ambulante llamado Elías Rachid, fue acribillado a puñaladas por “El Tigre” y sus secuaces, a pocos pasos de la Hacienda de San Juan de Dios, cercana a Huipulco.

Por fortuna, un muchacho de corta edad fue testigo del crimen y pudo identificar a los asesinos.  En este crimen participaron además de Mendicoa, su hermano Pedro López Juárez “El Perro” y un desconocido.

Cuando se supo quienes habían tomado parte en este indignante homicidio, el entonces Comandante de Agentes, José Guadalupe Corona me comisionó para buscar al criminal.

Aquí principió para mi uno de los trabajos más “bonitos” que he tenido en mi carrera.  “Hay que buscar a la mujer”, me dije, y a fe que por Victoria Morales y su familia se pudo localizar al torvo asesino.

Supimos que esta mujer vivía en  Cananea número 33, interior 3. Establecimos una constante vigilancia en la casa, y nada se sabía.  A los pocos días llegó a nuestro conocimiento que la madre de la amante del criminal tenía un “puesto” de legumbres en el zaguán de la casa número 7 de las calles de Corregidora.

Aquí puse una nueva vigilancia. Uno de los agentes se disfrazó convenientemente y la hizo de borracho.  La mayor parte del día estaba tirado en la banqueta o a las puertas de una pulquería cercana, ojo avisor.

Pasaba el tiempo y nada se sabía.  Otras pistas fueron seguidas.  Pero “El Tigre” no daba señales de vida.

Por fin supimos algo.  El criminal se hallaba en San Juanico, un pueblito que pertenece a la delegación de Ixtapalapa.  Inmediatamente salimos para allá.  Un guía conocedor del terreno fue proporcionado por el Delegado del lugar y el 23 de julio logramos la detención de Mendicoa.

El guía nos condujo entre milpas y al llegar a una barda de adobe nos indicó que probablemente estaría allí.  Nos asomamos y vimos que una concurrencia como de cuarenta individuos lo acompañaban, él resaltaba de los demás por su estatura.  Todos estaban en un “toreadero” o establecimiento clandestino para la venta de pulque.  Desde lo alto de la barda, localicé al tipo que tanto nos había hecho trabajar.  Tenía en la mano un grueso vaso de pulque y platicaba descuidadamente con un individuo.

Pistola en mano saltamos la barda y nos dirigimos a donde se encontraba y llegamos por sorpresa al sitio en donde se hallaba “El Tigre”.  Con mi reglamentaria amartillada me le acerqué sin darle tiempo para que hiciera cualquier resistencia se la puse en el vientre.


“-¿Qué me queren?”, me dijo: “Soy un probe hombre que no le debo nada a nadien”.  Discerniendo que trataría de lanzarme a la cara el contenido del vaso de pulque, se lo rompí en el acto.  Para entonces mis muchachos ya lo habían rodeado.  El criminal no se nos podía fugar, sin embargo el criminal al verse acorralado, con el vaso que llevaba en la mano que no había soltado, hirió a uno de mis muchachos.  Pero eso ya no tenía importancia.  Ya teníamos en nuestro poder al sanguinario tipo.

Lo llevamos con toda clase de precauciones a la Jefatura de Policía.  Allí confesó todo.  Además se ofreció para entregarnos el producto de las hazañas que había consumado. Le creímos.

Fuimos con él a Santa María Aztahuacán; pero allí nos confesó que se había burlado, que el botín que guardaba, lo tenía en Tlalpizahua.

Nos dirigimos hacia allá, en un automóvil de la Jefatura, los agentes Sebastián Gutiérrez, Alejandro Flores Mata, que iba manejando el carro, y yo.  Al llegar al kilómetro 16 de la carretera de Puebla, se nos ponchó una llanta. Flores Mata y yo nos bajamos a componer el desperfecto.  En el asiento trasero quedaron Mendicoa y Gutiérrez, con su mano cortada con el vaso de vidrio roto que empuñaba “El Tigre” cuando lo aprehendimos.

Ya estaba avanzada la noche.  De pronto Gutiérrez nos gritó.  Mendicoa lo había aventado y saltado del auto y huía a campo traviesa.  Lo seguimos unos pasos, intimándolo para que se detuviera y se entregara.  No hizo caso.  Afortunadamente la luna iluminaba la obscuridad de la noche.  No hizo caso y le disparamos, una bala le dio en un brazo, pero continuó su desenfrenada carrera, era un hombre fuerte y corpulento, pero no resistió otros dos disparos que hicieron blanco en su persona, uno le penetró en un glúteo y el definitivo se le alojó en la cabeza.  Murió casi en el acto.

A Mendicoa a quien también se le conocía en el mundo del hampa como”El Polainas” y “El Patillas” era vanidoso hasta el extremo y se enorgullecía de los actos delincuentes que cometió.

En cierta ocasión se le propuso un contrato para que filmara, como personaje principal “El Tigre de Yautepec”.  No quiso aceptar, no obstante que se le daba buen dinero.  Si hacen “El Tigre del Pedregal” le dijo a quien le propuso el asunto, “les trabajaré hasta de balde”  Tal vez consideraba muy edificantes sus hazañas.



Este es uno de los asuntos más brillantes que ha trabajado el Primer Comandante de Agentes de la Jefatura de Policía, señor Silvestre Fernández Cervantes.  Cooperaron con él, en la aprehensión de “El Tigre del Pedregal”, los siguientes agentes: 47 Juan Andrés Cenoz Katthain, 113 Nicolás Sosa Manly,  129  Ángel García Fabela, 146 Luis del Prado Encinas, 164 Eduardo del Prado Romay, 167 Pedro González Barrio, 198 Josué González Perales e  211 Ignacio  González Reynoso.

Todos ellos merecieron los elogios de sus jefes y compañeros, por la brillante labor que llevaron a cabo.


FUE MUERTO EL TIGRE DEL PEDREGAL.

QUISO FUGARSE Y CAYÓ AL HACERLE VARIOS DISPAROS.

Isaac Mendicoa Juárez Tenía una Negra Historia de Criminal Empedernido.

HACE DIAS MATÓ A UN ÁRABE PARA ROBARLO.

También dio Muerte a una agraciada Muchacha a Quien Llamaban la Virgen del Pedregal y a la que él enamoraba.

Isaac Mendicoa Juárez “El Tigre del Pedregal”, autor de innumerables asaltos y asesinatos, pues contaba en su haber con más de catorce crímenes, entre otros el de la “Virgencita del Pedregal” y el del sirio Elías Rachid Elías, fue muerto a
balazos  por varios agentes de la Seguridad Pública, cuando trató de escapar en un punto ubicado delante de Los Reyes, Estado de México.

El feroz asesino había caído varias veces en poder de la policía.  Estuvo preso multitud de ocasiones, y no hace mucho tiempo, estando procesado por el cruel asesinato de la “Virgencita del Pedregal”, consiguió escapar y permaneció prófugo algún tiempo,  cometiendo, entretanto, su última fechoría, la de dar muerte, de cuatro puñaladas, al sirio Rachid Elías, para robarle su cargamento de telas. Esto sucedió el pasado día cuatro, cerca de Huipulco.

La muerte del “Tigre” aconteció en jurisdicción del Estado de México, a donde había sido llevado por indicaciones del mismo malhechor, quien estaba dispuesto a entregar el botín robado al árabe, con tal de obtener clemencia.

El cadáver del malhechor fue recogido por las autoridades de Los Reyes y llevado a Texcoco, donde actualmente se encuentra, pues las autoridades de ese lugar se avocaron al conocimiento de estos hechos.

En las cercanías de la Hacienda de San Juan de Dios fue asaltado, el día 4 del presente mes, durante la madrugada, el sirio Elías Nachid Elías, para despojarlo de toda su mercancía.


ACTIVOS TRABAJOS DE LOS AGENTES RESERVADOS.

La policía trabajó activamente y logró averiguar que los responsables del atraco y asesinato habían sido malhechores encabezados por “El Tigre del Pedregal”, Isaac Mendicoa Juárez, y su medio hermano Pedro López ”El Perro Prieto” quien fue aprehendido el mismo día.  Desde entonces se encontraba preso en la cárcel de Coyoacán.

El día 14 del presente mes, el Jefe de Seguridad Pública, mayor José Viera Fernández, entregó la orden número 2,960 al Jefe de Grupo Silvestre Fernández Cervantes, para que con sus agentes 12 Alejandro Flores   Mata y el   auxiliar    3291 Sebastián Gutiérrez Covarrubias,  procedieran a investigar el crimen cometido en la persona del árabe.

Se procedió desde luego a la búsqueda de “El Tigre del Pedregal”, y los agentes le siguieron la pista en San Antonio Coapa, Santa Úrsula, Huipulco, Tláhuac, Zapotlán y otras poblaciones, todas ellas del Distrito Federal.

Hace cinco días fue visto en Santa María Aztahuacán, y la vigilancia se hizo más efectiva en este lugar, y el domingo se supo que el bandolero andaba de paseo en San Juanico, población ubicada entre Ixtapalapa e Ixtacalco.

A las 8 horas fue perfectamente localizado Mendicoa, en un corralón en donde se había establecido un “toreadero”, o sea venta clandestina de pulque, y allí fue aprehendido.

“El Tigre” al verse rodeado por los agentes trató de sacar una pistola calibre 44 que llevaba al cinto junto a una canana con sesenta cartuchos, pero no tuvo tiempo de hacer uso del arma, porque el Jefe de Grupo Silvestre Fernández, apuntando con la suya a la cabeza del bandido, le dijo: -Si haces el menor movimiento, si mueves siquiera un dedo, hacemos fuego...- y el malhechor vio que tres pistolas lo amenazaban por todos lados.

Comprendió Mendicoa que toda resistencia era inútil y optó por permanecer quieto, siendo desarmado y llevado, con toda clase de cuidados, a la Delegación de Ixtapalapa.

El feroz bandido confesó sus crímenes y dijo que había tomado participación  en el asalto y muerte del sirio Elías Rachid Elías, y en cada respuesta al interrogatorio lanzaba soeces injurias y graves amenazas a sus captores, diciéndoles que no perdía las esperanzas de escapar para matarlos a todos, uno por uno, y aplazó esta amenaza para fecha no lejana, diciéndoles que los iba a esperar en el Ajusco, donde tenía su cuartel general.

Probablemente se puso a reflexionar el bandolero que su situación era bastante delicada y optó por cambiar su línea de conducta; manifestó que estaba dispuesto a entregar cuanto tenía del botín que le tocó en el asalto al árabe para que se tomara en cuenta y su pena fuera más benigna.

Por lo pronto hizo entrega, en un lugar cercano a Ixtapalapa, de una pieza de manta blanca, otra incompleta de tela “Cabeza de Indio” de color anaranjado; un chal grueso de lana, un “tápalo” corriente, negro; un corte de pantalón de dril y catorce pedazos de percal.


CÓMO FUE MUERTO EL TERROR DEL AJUSCO.

Ya en el terreno de las confidencias, Mendicoa Juárez manifestó que tenía más objetos de los robados al “turco” y estaba dispuesto a devolverlos, siempre que se garantizara que se tomara en cuenta su espontánea devolución, a fin de que la sentencia no fuera muy severa.

En un automóvil de la Jefatura fue embarcado “El Tigre”, llevando como custodio al Jefe de Grupo Fernández y al auxiliar Gutiérrez Covarrubias y manejando el coche el agente Flores Mata.  Todos se dirigieron rumbo a Santa María Aztahuacán, donde dijo Mendicoa que tenía los objetos robados.

“Ayer, a las dos de la madrugada, llegó el auto a orillas de la citada población, en un lugar donde el camino forma una “Y”, y allí dijo “El Tigre” que había mentido, que la verdad de las cosas era que el resto del botín lo tenía en Tlalpizahuac.

El automóvil tuvo que retroceder gran parte del camino para tomar el de la carretera de Puebla, y al llegar a una curva que se encuentra un poco antes de la población de Los Reyes, se ponchó la llanta trasera izquierda.

Bajaron a reponer la avería el agente Flores Mata y su jefe Fernández, y se pusieron a reparar el desperfecto, desmontando la llanta, por lo que fue necesario que bajaran al preso y a su custodio, los que, platicando, se paseaban junto al coche.

De pronto, el agente Gonzáles Covarrubias se puso a dar de gritos, diciendo que se escapaba “El Tigre” y él no podía detenerlo, porque tiene la mano derecha lastimada y vendada. Inmediatamente los tres agentes corrieron tras el fugitivo a campo traviesa, intimándole para que se detuviera.

Le dispararon tres o cuatro balazos al aire para amedrentarlo, pero Mendicoa en lugar de detenerse, aceleraba su velocidad, por lo que los policías no tuvieron mas remedio que tirarle, pues de lo contrario debido a la obscuridad de la noche  hubiera podido escapárseles. Recibió tres impactos, el primero en un brazo, pero continuó su carrera, y después otros dos más, uno en una nalga y otro en la cabeza.

Al ser alcanzado por las balas el prófugo se detuvo y cayó hacia delante.  Cuando llegaron los agentes ya lo encontraron muerto.

Dejaron el cadáver en el mismo sitio donde cayó, y después de reparar el desperfecto del auto los agentes dieron aviso a la Delegación de Ixtapalapa de lo ocurrido y se dirigieron a la Jefatura de Policía, donde rindieron un informe a sus superiores, y en presencia del Jefe de la Seguridad Pública se levantó un acta, en la que constaron las declaraciones de los tres agentes.

El acta y los agentes fueron presentados al Procurador de Justicia del Distrito Federal, quien ordenó que el asunto se consignara a Ixtapalapa, en donde se levantó otra acta minuciosa.

Cuando el personal de la delegación del Ministerio Público en Ixtapalapa  se trasladó al lugar donde fue muerto Mendicoa para recoger el cadáver, las autoridades de Los Reyes, ya lo habían hecho.  Enviaron el cadáver a Texcoco donde se encuentra.

Es muy probable que las autoridades del Estado de México sean las que se avoquen el conocimiento de este asunto, por haber pasado los hechos en su jurisdicción.


                                  (EXCELSIOR.
                                   México, D.F., martes
                                   25 de julio de 1933)






 EL FEROZ TIGRE DEL PEDREGAL
EL DESPIADADO ASESINO IBA A SER ESTRELLA DE CINE


Corría el año de 1933 y la ciudad de México aún parecía un pueblo grande con sus haciendas y ranchos aledaños incrustados todos casi en la misma metrópoli.

En el sur de la capital existían varias haciendas y ejidos que empezaban desde el principio del Río de la Piedad hasta Xochimilco, Tlalpan, Coyoacán, Milpa Alta y el Pedregal.

La gente andaba a caballo como cosa muy natural y entre los vaqueros y ejidatarios de las haciendas, se armaban grandes escándalos al calor del pulque en que salían a relucir con frecuencia las pistolas y los machetes.

Por el rumbo del Pedregal, cerca de la Hacienda de San Juan de Dios, un hombre alto, de ojos claros con gran bigote, mantenía una era de terror y crímenes que parecía interminable, ya que la policía no lograba detenerlo a pesar de los esfuerzos que hacía; este sujeto fue tan popular que se pensó llevar su vida a la pantalla y era nada menos que Isaac Mendicoa, “El Tigre del Pedregal”.

El día 15 de mayo de 1933 el abonero árabe Elías Rachid Elías había estado cobrando los abonos a todos los vaqueros y campesinos a los que les vendía vestidos y sombreros con módicos plazos, cuando pasó por la pulquería “Las Glorias de Zapata” en el camino a la hacienda de San Juan de Dios, donde se encontraba “El Tigre del Pedregal”, bebiendo pulque en compañía de su primo Pedro Delgado Juárez, cuando vieron al árabe Elías entrar a la pulquería para hacer una necesidad fisiológica y se empezaron a burlar de él y de su manera de hablar.

El abonero sabiendo como se las gastaba “El Tigre” no hizo caso de sus ironías y muy tranquilo salió de la pulquería para continuar con sus cobros.

Los ojos claros de “El Tigre” brillaron al decirle a su primo: “Vamos a echarnos a este abonero y nos hacemos de todo lo que traiga, así que tú, Pedro, síguelo a caballo, desde lejecitos y no lo pierdas de vista.  Yo te alcanzo al rato para que le demos su agüita”.

Y en efecto a los pocos minutos”El Tigre” montado a caballo para darle alcance a su primo, quien tenía vigilado a Elías “El abonero” a una respetable distancia, pues se encontraba en un jacal de un campesino entregando su mercancía.

No bien había caminado unos metros Elías cuando se le emparejaron “El Tigre” y su primo Pedro y con los caballos le taparon el paso, desmontándose al instante y poniéndole un machete en el estómago lo condujeron al interior de una milpa, donde sin compasión lo asesinaron a varios machetazos robándole como setecientos pesos y varios vestidos de percal que traía para venderlos.

Este crimen colmó la paciencia de las autoridades quienes destacaron a varios investigadores para que persiguieran al Tigre del Pedregal y a su primo Pedro para contener su larga serie de asesinatos.

El Jefe de Investigaciones Previas Mayor José Vieira Fernández destacó al hábil investigador Silvestre Fernández para que capturara al Tigre vivo o muerto.

Sin embargo Isaac Mendicoa “El Tigre del Pedregal” se volvió ojo de hormiga y fue hasta el 24 de julio de este mismo año de 1933, cuando los periódicos de la ciudad de México daban a conocer con grandes titulares la muerte de este popular bandido en la vecina población de Texcoco, donde en un llano denominado Puente Cuato, apareció su cadáver acribillado a balazos, sin que se pusiera en claro las circunstancias en que murió, aunque se dio como seguro que fue a manos del jefe de la policía de Texcoco José de los Reyes Espinosa.

En esta forma terminó la carrera criminal de un pintoresco asesino quien iba a ser, quien lo creyera, protagonista principal de una película de aventuras en el entonces naciente cine nacional.

                              (Escribió Joaquín Menéndez)



AQUÍ EMPIEZA LA HISTORIA NEGRA
Y CRUEL DEL “TIGRE DEL PEDREGAL” Y

La fecha exacta se pierde en la noche del tiempo, ese tupido velo que hora tras hora, día tras día, con el correr de los meses y los años hace nebulosa nuestra memoria.

Para los hechos, tal y como ocurrieron quedaron grabados en mi mente con caracteres indelebles, quizá por el sabor, amargo,  sabor dramático que tuvieron; hechos salpicados de sangre, el peligro tremendo que suponía llevar a cabo una empresa así, lo difícil coronarla con el éxito; en fin piénsese que en aquellos años con sólo escuchar el mote que se le adjudicó, por cierto muy bien ganado “El Tigre del Pedregal”.  Antes, el lector lo recordará, existió “El Tigre de Santa Julia”.  Bueno, en realidad en nuestro México desgraciadamente este tipo de fauna ha proliferado mucho.  Veamos hasta donde yo recuerdo cuántos “Tigres” hemos tenido.  “El Tigre de Tacubaya”, aquel general conservador que llevó a cabo la cruel, la sanguinaria hazaña de fusilar a gente inocente en Tacubaya, antes había fusilado niños en Tizayuca.  Otro personaje tristemente célebre, lo fue “El Tigre de Yahualica” en el Estado de Hidalgo.

Aún en mi tierra, tuvimos hace muchos años a un sanguinario personaje de quien como dijera “El Manco de Lepanto”, “de cuyo nombre no quiero acordarme” a quien se le conocía como “El Tigre de la Sierra”.  Yo lo conocí y no pocas ocasiones lo vi con las ropas tintas en sangre que ya reseca daban la impresión de estar almidonadas, por lo tiesas y crujientes.

También conocí a otro personaje cuyo nombre no mencionaré, a quien se le llamaba “El Tigre del Precipicio”.  Aún se me enchina el cuerpo al recordar cómo lo conocí.

Fui comisionado a recoger doce reos.  Esa noche me dijo “El Tigre del Precipicio” .  Mañana se los entrego mi Teniente, hoy por la noche les daré una “regañada”. Al otro día me presenté a recoger a los abigeos y salteadores más temibles de la región y sonriente me dijo:
“Con la regañada que les di, los pobrecitos no podrán caminar, usted verá cómo se los lleva, allá están al fondo del corral”, y me quedé paralizado de horror.  Los doce infelices estaban convertidos en arneros; por la noche habían sido masacrados con ráfagas de ametralladoras y los doce cadáveres materialmente nadaban en un mar de sangre.  Luego me explicaba este “Tigre” “Así regaño, yo, a estos jijos de la...¿Para qué perdemos el tiempo conduciéndolos ante un juez, que, luego se vende y los deja libres?  Así nunca se acaba esta plaga: ¡No hombre!, son mejores las muelles que las leyes”, entiéndase que él se refería a las muelles de las armas.

Pero dejémonos ya de “Tigres” y entremos de lleno al relato.

Parece que fue en 1933, cuando era Presidente de la República el sonorense general Abelardo L. Rodríguez.

Su nombre de pila fue Isaac Mendicoa Juárez, fue el tristemente célebre “Tigre del Pedregal”, el más temible salteador y asesino de esa época, escurridizo como anguila, hombre de leyenda negra y misteriosa.  Se decía que diabólicamente poseía el don de la ubicuidad, ya que tan presto robaba, asaltaba y mataba en Tlalpan, como lo hacía casi al mismo tiempo en el camino a Cuernavaca o en Xochimilco o por el rumbo de Contreras, y en no pocas ocasiones para burla de la nube de policías y soldados que lo perseguían, lo hacía en la misma ciudad capital.

Este individuo, que físicamente era todo un tipazo, se decía, y hubo mucho de verdad en ello que, era irresistible entre el bello sexo.  Fue así como por mucho tiempo logró burlar a la justicia; sus incontables amantes, que las tenía por todos los lugares donde actuaba, lo protegían como a su más preciado tesoro.

Isaac Mendicoa Juárez “El Tigre del Pedregal”, fue producto de una aventura amorosa de un “Baisano Jalil” con una hermosa india de Xochimilco; de ahí su apellido paterno: Mendicoa.

Este “Tigre del Pedregal” llegó a considerar a Tlalpan y lugares aledaños como un feudo de su propiedad y cobraba protección a todos los rancheros comprendidos dentro de su radio de acción, y llegó a ejercer por medio del terror tanto dominio que nadie se atrevía a delatarlo, porque el que lo hiciera firmaba su sentencia de muerte.

Así nadie sabía o no quería dar de él ni siquiera su media filiación, menos dónde poder localizarlo.

Muchas veces policías y soldados se lo encontraron, hablaron con él, le preguntaron por el temible “Tigre” y él con una serenidad y sangre fría, les decía no conocerlo.  El en sí era un misterio impenetrable, un hombre fantasma.  Pero en este mundo todo tiene un fin.  Este asesino psicópata un día de tantos asesinó en forma cruel, cobarde y ruin a un árabe que se internaba audazmente por esos rumbos a vender en abonos “fáciles” sus percales, rebozos, cotones, manta y demás baratijas.

Este crimen, que entre la colonia siriolibanesa causó gran indignación, fue la gota que derramó el vaso.

(***fue hijo de un vasco)






                        ARTÍCULO DE FELIPÉ HUERTA SOTO.


ISAAC MENDICOA JUÁREZ

El individuo cuyo nombre encabeza estas líneas, fue conocido con el alias de “El Tigre del Pedregal”, mote al que hizo honor.  Nació en Santa Úrsula, poblado situado frente a la Hacienda de Coapa.  Su padre fue un extranjero de nacionalidad española que trabajó en dicha hacienda, donde el criminal de que me ocupo pasó casi toda su vida.  Este delincuente desde joven dio a conocer sus instintos sanguinarios e inclinación perversa, se ha llegado a saber de él en forma positiva, de manera cierta, los varios asesinatos que cometió y muchos otro actos punibles que nadie llegó a denunciar, probablemente temiendo represalias por parte de él mismo o de los muchos individuos, sus amigos, que le acompañaban.

El rumbo de Santa Úrsula, Huipulco y Tlalpan, fueron entre otros sus campos de acción, y donde llevara a cabo infinidad de latrocinios y muchos asaltos.

Los señores cronistas de la prensa de esta Capital, encargados de la sección policíaca de las distintas publicaciones, lo bautizaron con el alias de “El Tigre del Pedregal”; de ahí pues tal apodo, pero este conocido delincuente, allá por el año de 1922, se le designó con el sobrenombre de “El Polainas” y “El Patillas”.

Fue detenido por primera vez cuando desempeñaba el trabajo de velador de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas y cuidaba de la herramienta que se utilizaba en la construcción de la Calzada Nueva a San Ángel, que al igual que la carretera a Tlalpan, se construyeron en la misma época.

Entre los homicidios que se le atribuyen se encuentra el de su mujer, de nombre Rafaela, a la que sacrificó entre unas milpas.  Un joven probablemente de esta capital, que tuvo la poca fortuna de pasar por donde el estaba, fue despojado de la bicicleta en la que viajara y le privó de la vida; asimismo asesinó a un individuo de raza indígena, de la clase indigente, por robarle un huacal de tunas; igualmente quitó la vida a dos vendedores, quitándoles asimismo sus mercancías y los pocos centavos que llevaban consigo.

Estuvo recluido en la Penitenciaría por espacio de ocho o nueve años.  Durante ese lapso de tiempo no se logró su regeneración.  Recién salido, indultado, de dicho establecimiento penal, perpetró a últimas fechas en Iguala, del Estado de Guerrero, otro homicidio en la persona de un individuo de quien desconozco su identidad; y más tarde, cerca de la hacienda denominada “San Juan de Dios”, por Huipulco, mató a un  siriolibanés apellidado Rochid.  Por estos dos últimos homicidios se giró orden de captura, la que se llevó a cabo después de catorce días con sus respectivas noches, tras de constante y empeñosa búsqueda, en el pueblito denominado “San Juanico”, perteneciente a la Delegación de Ixtapalapa.

Asaltos cometió también muchos por el mismo rumbo de Huipulco; entre ellos, uno a la tienda denominada “La Más Barata”, de donde se llevó bastantes mercancías y golpeó a su propietario el señor Pascual Montejano; otro, al despachador de los trenes de la Compañía de Tranvías.  Este asalto lo llevó a cabo en la caseta que la compañía tiene en Huipulco.  El despachador sufrió  el robo de la suma de setenta pesos y su reloj.  Este asalto como el anterior, fueron de los muchos que cometiera en el año de 1922, pero el último fue en el que resultara victimado el señor Darío López, contratista de materiales que entrega la piedra para la construcción de la carretera a Tlalpan.  A este señor  le robó “la raya” de los trabajadores y algunos objetos que llevaba en su automóvil.

El principal cómplice de este criminal y malhechor fue, en el asalto al señor López, Maximino Ramírez, fogonero de la aplanadora que se encontraba en la carretera mencionada.  Tuvo otros cómplices, tales como estos:  Dionisio Bolaños, J. Isabel y J. Carmen, sus sobrinos, Antonio Arenas y otros en cantidad de dieciocho, que lo acompañaban indistintamente a sus correrías.

Esta es a grandes rasgos la historia delictuosa de uno de los más tristemente célebres criminales.

Como este empedernido y peligroso criminal tenía la habilidad de que en cuanto perpetraba sus fechorías, se movía con rapidez y se alejaba a otros sitios distantes, eludiendo la acción de la policía, no había sido posible detenerlo, porque además habían muchas personas que aunque no simpatizaran con él, no proporcionaban ninguna información que ayudara a detenerlo, porque le tenían un muy respetable temor que les hacía perder la vista y el habla, por lo que preferían no ver, ni oír, porque sabían que pronto andaría de nuevo por las calles y les podría hacer una visita de cortesía, en la que seguramente perderían la vida.

Pero siempre hay una excepción, un muchacho, que fue testigo del asesinato del vendedor siriolibanés, no tuvo empacho en declarar lo que vio y le constó.


RESOLUCIÓN DRÁSTICA.

En cuanto el Jefe de Grupo y sus agentes recibieron la orden de aprehender a tan temido criminal, estuvieron de acuerdo que a partir de ese momento no habría ni casa, ni familia, es decir, ni esposa, ni hijos, ni madre, ni padre; ni alimentos en su hogar, ni lecho en donde descansar; ni baño, ni rasurarse: Nada, de nada.

Ninguno volvió a vestir sus trajes de casimir, sólo pantalones de mezclilla y chamarras del mismo material o de cuero.  Se hace mención que por esos años treinta, esta clase de ropa sólo la usaban los obreros y los ferrocarrileros, ninguna otra persona las vestía como sucede en estos tiempos.

Cada uno a la parte que se le asignó.  Es de llamar la atención lo bien que representó su papel de borracho, tirado todo el tiempo en el suelo, al agente que le tocó cubrir este papel en el reparto de actividades, en la céntrica calle de Corregidora, a una cuadra del Palacio Nacional, lugar a donde iba a vender su mercancía, la madre de la “mujer” del Tigre; y también, afuera de la pulquería.  Y que fue muy positivo para la localización de tan temido y escurridizo asesino.

Pero al fin, todo tuvo su recompensa, con la aprehensión del Tigre del Pedregal.


LA REVISTA MANOS ARRIBA

Que fue una revista seria, que apareció por 1938, aparte de publicar varios asuntos delictuosos investigados y esclarecidos  por el Primer Comandante de Agentes de la Jefatura de Policía, Silvestre Fernández Cervantes, sobre todos los más exitosos casos, así como una experiencia muy dramática ocurrida durante la época de la Revolución; encomendó al prestigiado dibujante A. Tirado, para que en las páginas centrales ilustrara los hechos, que titulaba “Memorias de un Agente Secreto de la Policía Mexicana, Por Silvestre Fernández, que demás de su cara, estaba su firma autógrafa.


SU CARTERA

Usaba Isaac Mendicoa una cartera de piel con grabados aztecas.  En su interior tenía la letra de una de las canciones más populares de Joaquín Pardavé: “Varita de Nardo”,  además cartas  escritas a mano que le enviaron sus enamoradas, también estaba una carta que le escribió un hijo pequeño, y en otra hoja varias anotaciones de algunos acontecimientos ocurridos durante su reclusión, con sus respectivas fechas.

RECONOCIMIENTO DE SUS SUPERIORES

Finalmente presentamos la Mención Honorífica que les fue otorgada a todos los que intervinieron en la investigación y captura del criminal:
A:
Silvestre Fernández Cervantes, Jefe del 3er. Grupo.
J. Andrés Cenoz Katthain, Agente # 47
Nicolás Sosa Manly, Agente # 113
Ängel García Fabela, Agente # 129
*Luis del Prado Encinas,  Agente # 146
Eduardo del Prado Romay, Agente # 164
Pedro González Barrios, Agente # 167
Josué González Perales, Agente # 198, e
Ignacio González Reynoso, Agente # 201
*Este agente sobrevive aún en 2004. El caso fue en 1933.


EL ARCHIVO DE SU CARTERA

Dentro de su cartera a la que ya aludimos en renglones anteriores conservaba celosamente varias cartas y una especie de efemérides personales, todos estos documentos estaban escritos a mano, con buena letra y legibles, las hojas eran de un papel que ahora se nos parecerá fino, pero que era el común y corriente del empleado en los cuadernos escolares de ese tiempo, porque están muy bien conservados, y que reproducimos, respetando el orden y la ortografía:


“México distrito federal de 1928


Señor
      Isac Mendicoa
Espero que al tomar esta en sus manos se encuentre bueno como son mis deseos y al mismo tiempo me perdone Ud por el atrevimiento pero desde el dia que lo conosi senti una pasión ardiende por su persona puede que Ud se acuerde de mi cuando iba llo abelen a ver a mi marido y desde entonses senti amor para Ud pero entonces no podía amarlo porque bibia pero ahora lla es difunto lo mataron ase 2 meses y llo sin trabajo mi madre chica tambien ase 4 meses que se murio y me quede nadamas con mi ermana la mas grande y mi niño de tres años desde el lunes pasado que lo bi queria yo atreverme pero me dio pena que dira Ud que en lugar que usted hubiera ablado llo fui la sinverguenza pero el amor es muy grande y no pude resistirlo espero que a nadie le enseñe esta carta por vida de su mamacita ni lo cuente tambien le digo que si tiene su mujer mandeme decir para desengañarme el lunes no boy a la penitensiaria a ver a su amigo que era de mi marido porque me da mucho vergüenza con Ud que dira que que ofrecida soy que sin ablarme le mande esta carta agame el fabor de contestarme luego si tiene voluntad a la 5 del rosario 114 interior 43 Soledad Rangel la que sin hablarle ya lo quiere.”  

   











“ Enero 4 de 1932


 Sr Isaac Mendicoa

Isaac, en este momento acabo de recibir tus dos cartas una con fecha 30 o otra fecha 31 las que con todo gusto contesto,
Isaac de mi alma, me duele mucho ver que tú sigues con la misma creencia de que yo te soy infiel.
Pero Dios es testigo que yo no estoy en los brazos de otro como tu dices, quizá más tarde te combensas de que yo te sigo queriendo como el primer dia en que te conosí.
Todo lo que pasa esque yo no tengo tiempo de venir aquí en primera en segunda por otros motibos que tú ya bien sabes, y que si yo vuelvo aquí me meten adentro otra ves, y sobre todo siento miedo y horror entrar aquí aunque sea de visita.
Amor mio recibi tu telegrama el dia 28, pues el dia de mi santo ni siquiera te acordastes de mi fue el 24, te acordastes hasta el dia de los santos inocente ¿verdad?
Iaac el dia ultimo del año yo tambien me acordé mucho de ti y le pedí mucho a Dios que te saque pronto de aquí.
Isaac tu me dices en tu carta, que yo no fui una mujer cumplida con mi juramento, y yo te juro que lo he cumplido si no lo quieres creer tu lo sabes, mi conciencia está tranquila y si tu voluntad es que te mando tus retratos, te los mandaré con todo dolor de mi corazón.
Isaac mío, no te los quería mandar por no desahacerme de ellos, por que te quiero, nunca podré olvidarte porque tu supiste hacerme feliz tal vez no sea digna de ti, olvídame sin rencor, pues tu recuerdo ha quedado grabado en mi algo.  Siempre tuya

                             Delfina




















             México 19 de Junio de 1932
         Sr. Isaac Mendicoa.
Isaac, amor mío, bien comprendo que no tengo cara para dirijirte la palabra, que quieres me dio mucho coraje la ultima carta que todavía conservo en mi poder, donde me haces tantas amenazas, y por eso dejé de escribirte, y luego lo que me dijeron, que tú tienes otra aquí adentro.  Pues está bien Isaac tú ya no me quieres, que le boy hacer á fuerza ni modo, pero acuerdate, que yo siempre te quise y te quiero todabía y te he sido fiel hasta ahorita, no sé para adelante lo que sea de mi, pero ahorita sigo con lo que te juré un día, pues yo pensaba venir el domingo a verte es decir, hoy, pero no me atreví por temor a que tu nuevo amor como me dijistes por telefono se baya a enojar con tigo y tengas dificultades por mi.
Pues yo no tengo a nadie estoy sola en el Mundo y creemelo que ya me esta canzando mi soledad, me hace falta el cariño de alguna perzona, pero no encuentro ni yo puede querer, tú sí sé que heres dichoso que luego que yo te dejé de venir encontrastes aquí con quien divagar y yo nadamas trabajando para sostenerme con mis hijas pues sierto que su padre les dá pero no todo lo que nesecitan pues él también ya tiene su mujer, pues hemos quedado en conformidad que ni él se meterá con migo el día que yo encuentre un hombre y ni yo con él, así es que estoy libre, libre enteramente, y sin embargo no lo hago ¿porquë? no lo sé yo misma no sé que me detiene.  Quisá la esperanza de tú salieras algun día, y vinieras á mí, pero esa esperanza que tenia ya se acabó desde el día que me dijistes por teléfono que tenías tu nuevo amor.
 Isaac, ya no te preocupa lunita, ¿verdad?  Ya no me preguntastes, para qué ¿verdad?  Ya tienes mejor.
 Isaac tus retratos quiero entregártelos yo misma, contestame y dime, como ago para venir a hoy en ocho en la mañana o sea el día 25 de este.  siempre y que no tengas dificultades con tu nuevo amor, no quiero que se baya a enselar.
 Isaac si quieres que te entrege tus retratos contestame y dime bien claro como ago para venir a dejártelos, y tambien para despedirme de ti, pues quiza dentro de poco me boy muy lejos
  
               Delfina







4 1 12

Veras que flaca Estoy...



       Penitensaria

    Apreciable papá

me alegrare estete bueno pues papá no a benido mi mamá porque me encuentro
muy malo de la tesferina ya tengo un mes en
la cama no nos dejes a lo largo escribenos
siquiera para saber de ti llono te escribo
papá porque no te mortifiques por que comprendo que sientas en estos lugares es cuanto tu Ijo. Pedro Mendicoa.



Anotaciones de la propia mano del Tigre, que llevaba en su cartera:

Marzo 8 de 1928
Falleció mi madre Grande el 8 de marzo y sepultada
El 9 del mismo

Marzo martes 28 de 1928
Recibí carta de Soledad Rangel

Pase de la Crujia “A” el 28 de febrero de 1928
Para la Crujia “C”

Mayo 11 de 1928
A las 5 y 10 minutos

Abril 16 de 1928 vicita Con
Sabado 29 de junio de 1928
Pase a la Crujia”G”

Miércoles 27 de junio de 1928
recibi mi copia 

Septiembre 17 de 1928
función para Rivascacho 

Febrero 8 de 1928 fue encapillado José de León Toral

Zaculpa a Tenango Estado de Toluca

Pasé de la Crujía “G” el día 10 de Enero para la “D”

Septiembre 14 de 1929
Fallecio el señor Jesús Juárez

Fui castigado el 26 de Diciembre de 1930 por
una botella de Tequila

Enero 23 de 1931.
Salio en liberta Lupe Aguilera.

Junio 23 de 1931.    Sotomayor.

Julio viernes 3 de 1931.
Muerte de mi padre,*
Pedro Lopez,


*Este era esposo de su madre,  su verdadero padre fue un inmigrante vasco.

2 comentarios:

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.